martes, 2 de diciembre de 2008

Así era antes.
Yo abría la ventana del carro por que siempre me ha dado dolor de cabeza el aire acondicionado. Nunca le molesto tener mi pelo en su cara, cuando mi pelo era largo nunca le molesto.
El sol entraba por una esquinita de la ventana, así era antes, me cegaba los ojos y me quemaba los cachetes. Un sol diferente al de hoy entraba por esa ventana, el que iluminaba mi pelo y daba calor.
Apague la radio, me quite el cinturón y abrí la puerta. Nunca nos gusto mucho andar en carro. Pero a mí me encantaba. Nos quemamos los pies caminando descalzos, nunca usábamos zapatos. Era demasiado el placer de sentir la arena rozando por nuestros dedos, el zacate dejando su olor y la calle quemándolos ligeramente dejando trazos y recuerdos.
Así era antes, esas horas sentados que se iban despacio pero ni se sentían. Así era siempre, no nos quedábamos quietos, pero íbamos sentados de destino en destino. Cada uno por su cuenta, pero nunca solos. Hablábamos poco, nos veíamos mucho, y lo que hiciera falta, no hacia falta.
Así era antes, cuando yo bajaba mi ventana, usted la subía y mi pelo le estorbaba.

martes, 11 de noviembre de 2008

Ya era hora.


Como un cuento de diez paginas, sin conclusión y el mínimo de personajes.
Pero esa cara decía más que eso, mas que errores gramaticales y falta de tildes.
Esa vida llevaba mas de diez paginas, enseñaba mas que una lección y llevaba exceso de comas.
Pero todo el mundo se sabe ese cuento, todo el mundo sabe el final. ¿Qué más da? A nadie le importa.
A nadie le importa que el final sea incoherente, que las oraciones no hagan sentido y que esa cara decía mas que eso.
A nadie le importa que los puntos fueran inexistentes y que se estaba volviendo loca.
Las arrugas marcaban su piel a una edad temprana, y ni con un máximo de paginas se podría resumir la mirada de esos ojos, lo que decía esa cara.
Pero todo el mundo se sabe ese cuento, con los años cansa y se vuelve repetitivo. Con los años se altera, envejece y con esos mismos años desaparece.
Tan solo eran unas cuantas paginas sin personajes y con conclusión falsa.
Puntos inexistentes y comas en abundancia.

viernes, 1 de agosto de 2008

Ayer.

Me monté en un carrusel.
Así no empezó mi día, pero fue casi lo más emocionante.

-Señoooor...
Con arrogancia y ni con media sonrisa (yo, claro, con la sonrisa más grande.) dice
-¿Sí?
-Ehmm... ¿Nos podemos montar?
-Sí
-¿En los caballos?
-Sí

-¿Es gratis?

Bueno, no pregunte eso, aunque hubiera sido bonito. Pensar que pude haber no pagado e igual haberme montado en un caballo (o una silla, si es usted aburrido) sin tener que abrir mi billetera y regar todo un monedero en busca de 500 colones. (¡si eso costo!)
Logre encontrarlos, evidentemente, y me dieron un tiquete que ahora está guardado en algún bolsillo de mi pantalón.
Éramos tres, en tres caballos blancos.
Una tomando video. (Mhmm, hay un video.)
La otra riéndose.
Y yo saludando a todos, y nadie saludó de vuelta. Que raro, yo lo hubiera hecho.
Fuimos ruidosas.
Siempre me quejo de la gente ruidosa, aunque yo sea una de esas.
Tomamos fotos.
Di obvio.
Y trate de convencer a mis amigas de comer una cucharada de canela.
No, no funciono.
Dammmn.

Pero entonces llenamos nuestros estómagos con otras carajadas que no fueran especies.
No mucho, las tres andábamos pobres.
Hamburguesas, sandwiches... Lo barato.
No dejamos propina. (Mhmm, ahí era de dejar propina.)
No por que andábamos pobres(aunque talvez sí.)
Nos cayo mal la mesera.
Si, para variar, y de fijo nos escupió toda la comida. De fijo.

Regalamos una entrada al cine.
Aunque fue de sugerencia venderla.
Como dije, andabamos pobres.
Y fue toda una misión. ¿A quien se la regalabamos?
¿Quién tenia cara de que queria ir al cine GRATIS?
Uno pensaria que todos.
Incorrecto.
Y hay un video de eso tambien.
Nos rechazaron esa valiosa entrada a ver Expedientes X.

-Es que no voy al cine señoritas.

Pues eso era evidente y por eso le regalábamos una entrada. Pero bueno.
Hubo una pareja que lo acepto, y en media película nos ofrecieron las palomitas que ellos ya no querían.
Tal como hicimos nosotras con una entrada.

Entonces así fue.
Me monté en un carrusel, regale entrada y la mesera que me enhachó.(¿?)
Pues yo la enhaché de vuelta.

martes, 29 de julio de 2008

Días de días.


Es fácil decir.
Decir y decir sin parar.
Decir y finalmente no hacer.
Por ejemplo, he dicho más de mil veces, que mañana prometo levantarme temprano.
Mañana, mañana, mañana.
Cada cuatro días logro hacer lo que prometo.
Pues ayer fue uno de esos días en que logre realmente hacerlo.
Ni siquiera necesité una alarma, no que las alarmas funcionen conmigo.
Solo abrí los ojos y el sol estaba en mi cara, lo sentí tal vez ni siquiera tenía que abrir mis ojos.
Ese calor y esos cielos azules, era necesario salir.
Tendí mi cama, hice desayuno, me duche y le dije a mi mamá que saliéramos.
¿Adonde?
Yo ni sabía, pero terminamos yendo hacia el Irazú.
Donde hay un muro, donde uno se sienta y ve todo.
Y oye nada más que el viento(frío, de vez en cuando helado) y tal vez, depende del día, algún adolescente tratando de llamar la atención.
Mi cámara con baterías muertas me acompañaba, como siempre.
Mi mamá estresada por que las calles estaban llenas de tráficos, y para variar el carro no esta al día con papeles de esos. Pero ya tenemos tácticas, y sabemos lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Somos unas expertas(¿ilegales?)
De vuelta pasamos al famoso Terramall, ese Terramall que tenia una Librería Internacional con descuentos!
Y mis manos que desordenan todo lo que toco, iba el guarda detrás mío ordenando todo libro que yo ponía en el lugar equivocado.
Fue incomodo, ya que yo volvía al mismo área a desordenar de nuevo.
En fin, fue irónico ya que termine comprando dos libros que no estaban en descuento.
Y además, todo libro que busco, es de nunca encontrarse en esa librería.
Así fue.
Llegue a mi casita, a leer y eventualmente dormir.

jueves, 24 de julio de 2008

Mil cosas y de una en una.

Ordenando mil cosas.
Abriendo caja tras caja para encontrar nada más que cartas de años atrás, entradas a conciertos y alguna foto de una ida a la playa en familia.
¿Nada más?
Tapas de botellas, cuadernos que se guardan por que es una regla, camisas firmadas por personas con las que ya ni hablo (eso de quedar en contacto, es mentira) y papeles arrugados con conversaciones sin sentido, esas que se pasaban por toda la clase.
Y sin pensar sentí la obligación de sacar cada cosa de esas cajas, desordenar lo ordenado solo para ordenar.
Leer cada carta dentro de sobres ya abiertos, acordarme de porqué no me acuerdo de nada y más que nada reírme.
Reírme a carcajadas, no sólo porque me encontré una entrada al concierto de Ricky Martín (sí, ese de pantalón tallados y de que vive la vida loca) pero porque se me olvida que son bastantes los años que se han ido sin avisar.
Pero eso de olvidarse, casi imposible.
El espejo del baño, el reloj en cada mano izquierda (bueno, yo lo llevaba en mi derecha) y las palabras que salen de cada boca adolescente.
Lo que marca los minutos, los días, y los que antes parecían largos años.
¿Sólo?
Las caras conocidas y por conocer, esa moda de pantalones tallados y tubos, esa música que no logra vencer a la de los 80’s y los zapatos desteñidos a un lado que estrujan mis dedos meñiques (esas converse, ahh)
Y sin embargo es el mismo tiempo que me deja atrás, me hace suspirar, y me obliga a volver a su lado.
Y de seguro piensa que me mudo, o que ya finalizé mis estudios.
Pero la verdad es que solo ordenaba mi cuarto y ya es la media noche.

martes, 24 de junio de 2008

No tengo ninguna historia divertida de cómo llegue aquí.
La verdad es que la razón por que la cual me encuentro sentada y escribiendo es bastante simple.
Mis pies se sienten fríos, el día esta gris mi taza de té se enfrió y el teclado se ve tentador.
Y, también, por que un amigo me dijo. :D
Espero no dejar esto a un lado.


PS.
Perdón por la falta de tildes, o, incluso el exceso.