martes, 29 de julio de 2008

Días de días.


Es fácil decir.
Decir y decir sin parar.
Decir y finalmente no hacer.
Por ejemplo, he dicho más de mil veces, que mañana prometo levantarme temprano.
Mañana, mañana, mañana.
Cada cuatro días logro hacer lo que prometo.
Pues ayer fue uno de esos días en que logre realmente hacerlo.
Ni siquiera necesité una alarma, no que las alarmas funcionen conmigo.
Solo abrí los ojos y el sol estaba en mi cara, lo sentí tal vez ni siquiera tenía que abrir mis ojos.
Ese calor y esos cielos azules, era necesario salir.
Tendí mi cama, hice desayuno, me duche y le dije a mi mamá que saliéramos.
¿Adonde?
Yo ni sabía, pero terminamos yendo hacia el Irazú.
Donde hay un muro, donde uno se sienta y ve todo.
Y oye nada más que el viento(frío, de vez en cuando helado) y tal vez, depende del día, algún adolescente tratando de llamar la atención.
Mi cámara con baterías muertas me acompañaba, como siempre.
Mi mamá estresada por que las calles estaban llenas de tráficos, y para variar el carro no esta al día con papeles de esos. Pero ya tenemos tácticas, y sabemos lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Somos unas expertas(¿ilegales?)
De vuelta pasamos al famoso Terramall, ese Terramall que tenia una Librería Internacional con descuentos!
Y mis manos que desordenan todo lo que toco, iba el guarda detrás mío ordenando todo libro que yo ponía en el lugar equivocado.
Fue incomodo, ya que yo volvía al mismo área a desordenar de nuevo.
En fin, fue irónico ya que termine comprando dos libros que no estaban en descuento.
Y además, todo libro que busco, es de nunca encontrarse en esa librería.
Así fue.
Llegue a mi casita, a leer y eventualmente dormir.

jueves, 24 de julio de 2008

Mil cosas y de una en una.

Ordenando mil cosas.
Abriendo caja tras caja para encontrar nada más que cartas de años atrás, entradas a conciertos y alguna foto de una ida a la playa en familia.
¿Nada más?
Tapas de botellas, cuadernos que se guardan por que es una regla, camisas firmadas por personas con las que ya ni hablo (eso de quedar en contacto, es mentira) y papeles arrugados con conversaciones sin sentido, esas que se pasaban por toda la clase.
Y sin pensar sentí la obligación de sacar cada cosa de esas cajas, desordenar lo ordenado solo para ordenar.
Leer cada carta dentro de sobres ya abiertos, acordarme de porqué no me acuerdo de nada y más que nada reírme.
Reírme a carcajadas, no sólo porque me encontré una entrada al concierto de Ricky Martín (sí, ese de pantalón tallados y de que vive la vida loca) pero porque se me olvida que son bastantes los años que se han ido sin avisar.
Pero eso de olvidarse, casi imposible.
El espejo del baño, el reloj en cada mano izquierda (bueno, yo lo llevaba en mi derecha) y las palabras que salen de cada boca adolescente.
Lo que marca los minutos, los días, y los que antes parecían largos años.
¿Sólo?
Las caras conocidas y por conocer, esa moda de pantalones tallados y tubos, esa música que no logra vencer a la de los 80’s y los zapatos desteñidos a un lado que estrujan mis dedos meñiques (esas converse, ahh)
Y sin embargo es el mismo tiempo que me deja atrás, me hace suspirar, y me obliga a volver a su lado.
Y de seguro piensa que me mudo, o que ya finalizé mis estudios.
Pero la verdad es que solo ordenaba mi cuarto y ya es la media noche.