martes, 11 de noviembre de 2008

Ya era hora.


Como un cuento de diez paginas, sin conclusión y el mínimo de personajes.
Pero esa cara decía más que eso, mas que errores gramaticales y falta de tildes.
Esa vida llevaba mas de diez paginas, enseñaba mas que una lección y llevaba exceso de comas.
Pero todo el mundo se sabe ese cuento, todo el mundo sabe el final. ¿Qué más da? A nadie le importa.
A nadie le importa que el final sea incoherente, que las oraciones no hagan sentido y que esa cara decía mas que eso.
A nadie le importa que los puntos fueran inexistentes y que se estaba volviendo loca.
Las arrugas marcaban su piel a una edad temprana, y ni con un máximo de paginas se podría resumir la mirada de esos ojos, lo que decía esa cara.
Pero todo el mundo se sabe ese cuento, con los años cansa y se vuelve repetitivo. Con los años se altera, envejece y con esos mismos años desaparece.
Tan solo eran unas cuantas paginas sin personajes y con conclusión falsa.
Puntos inexistentes y comas en abundancia.